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La actividad cerebral produce una experiencia subjetiva de identidad, el proceso consciente de unidad, de ser uno mismo en el tiempo y el espacio. Esa experienc
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La actividad cerebral produce una experiencia subjetiva de identidad, el proceso consciente de unidad, de ser uno mismo en el tiempo y el espacio. Esa experiencia, que también podríamos denominar el yo, tiene género. Esto es así porque la consciencia se forma a partir de la percepción, consciente y no consciente, de nuestro propio cuerpo y su relación con el espacio y con otros cuerpos. Pero el cuerpo no se percibe y auto representa en nuestro cerebro de una forma neutra, sino que lo hace con todos sus atributos físicos, entre los que sobresalen los genitales y la forma femenina o masculina del mismo. Es, por tanto, una identidad con género. En nuestros trabajos en la literatura científica lo hemos denominado en inglés gendered self, de difícil traducción al español. Hay que inventar una palabra, una identidad generificada, un yo generificado. El concepto de identidad es nuclear para comprender la naturaleza humana. No es una función más entre muchas, sino que está en la génesis de todas las conductas, lo que les proporciona unidad y coherencia. Es el yo que permanece a lo largo de la vida. Un yo, que impide que nos confundamos con los objetos animados e inanimados que nos rodean. Pensamos que no se puede hablar de la identidad, del yo, sin referencia al género. Como veremos a lo largo del libro, es altamente improbable que la formación de la identidad de género, del yo generificado, sea una función sin un fuerte asentamiento biológico, porque se sitúa como piedra angular de la supervivencia de nuestra especie que, al igual que el resto de los mamíferos, se reproduce sexualmente y precisa de la interacción de dos sexos. Este hecho nos conduce indefectiblemente a la diferenciación sexual del organismo, incluido el cerebro. Lo que se acaba de afirmar no significa que la génesis de la identidad de género sea ajena a la influencia del ambiente. Porque, como se podrá deducir de los siguientes capítulos, la identidad de género es la consecuencia de un proceso en el que intervienen mecanismos genéticos, epigenéticos y hormonales en la diferenciación cerebral. La diferenciación sexual tiene tres momentos, la vida prenatal, la postnatal temprana y la pubertad. Un proceso que depende de centenares de funciones y que puede ser influido por estímulos del ambiente, necesariamente está abierto a variabilidad a nivel morfológico, fisiológico y conductual. En este libro se presenta una teoría que, en resumen, propone que la diferenciación sexual prepara un cerebro en el que se asienta una identidad de género de hombre o de mujer, ya sean cisgénero o transgénero. La teoría se construye porque hemos descrito que, en un sistema binario, hay cuatro endofenotipos cerebrales y solo dos identidades: hombre y mujer. Esta teoría, se apoya en un número sustancial de trabajos de genética molecular y neuroimagen publicados por nuestro grupo. Aunque la teoría aborda solo a los endofenotipos y fenotipos de género binarios, es también falsable para las identidades de género no binarias. La primera vez que expusimos la teoría fue hace siete años en Bangkok, en la reunión de la World Professional Association for Transgender Health. Nos basábamos entonces en nuestros hallazgos con técnicas de neuroimagen estructural cuantitativa. Posteriormente, también hemos expuesto la teoría en los trabajos publicados con técnicas de neuroimagen funcional y genética molecular y en diversas reuniones científicas internacionales. La teoría siempre ha estado sujeta a la crítica directa por nuestros pares. Pero en ciencia no hay dogmas, las teorías se mantienen mientras no se falsan. En la construcción de esa teoría, que más específicamente se basa en el desarrollo y diferenciación de la corteza cerebral, el número de personas que estudiamos aunque suficiente fue limitado. Recientemente, dentro del proyecto ENIGMA del Cerebro, un trabajo que ha reunido datos de neuroimagen procedentes de los laboratorios de colegas de varios países, con un número de participantes cercano al millar, apoya nuestra teoría de que cuatro endofenotipos cerebrales subyacen para dos identidades de género, la de hombre y la de mujer. Este libro no pretende explicar qué es la identidad de género en las personas transgénero, como si ya la conociésemos en las personas cisgénero. La estrategia que hemos seguido en nuestra investigación ha consistido en comparar personas cisgénero y transgénero a nivel de genética molecular y neuroimagen para construir una teoría global sobre la identidad de género. Porque cualquier teoría de la identidad de género debería ser capaz de explicar todas sus variantes endofenotípicas y fenotípicas. Otro aspecto que emergerá a lo largo del libro es que ser transgénero no es una condición patológica. Hay variantes en la diferenciación sexual que, en algunas personas, no en todas, ocasiona un doble sufrimiento. Primero, por la incongruencia entre la consciencia de poseer una identidad de género y la constatación de carecer de una anatomía congruente con esa identidad. En segundo lugar, por el rechazo y extrañeza que esas variantes producen en el mundo familiar y social. ¿Por qué el rechazo hacia las personas transgénero? Porque en la visión del mundo la regularidad produce seguridad y nos arropamos con ella, y las personas transgénero, aparentemente, se saldrían de la regularidad que observamos en la inmensa mayoría que son las personas cisgénero: aquellos que muestran una congruencia entre la identidad de género y los genitales. En este libro, al indagar en las bases cerebrales de la identidad de género, pretendemos mostrar que las personas transgénero forman parte de la regularidad. Hay estímulos que sobresalen tanto que dificultan la comprensión de un fenómeno. De alguna forma eso ocurre con los genitales. Los genitales son un marcador biológico bastante exacto para predecir la futura identidad de género del recién nacido. Sin embargo, aproximadamente, entre el 0,002 y el 0,014 por ciento de los casos fallan en la predicción. Los genitales son un estímulo tan sobresaliente que ciega la comprensión de que la identidad de género es la consecuencia de un proceso. Esperamos que la lectura del libro ayude a inteligir el proceso psicobiológico que conduce a la identidad de género. Y que los hombres y mujeres transgénero binarios son eso, hombres y mujeres. Antonio guillamón Fernández