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La voz de Manuel Padorno como la de Luis Feria, Tomás Morales, Alonso Quesada o Domingo Rivero es la de un espacio muy concreto, que sólo en otras como la de
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La voz de Manuel Padorno como la de Luis Feria, Tomás Morales, Alonso Quesada o Domingo Rivero es la de un espacio muy concreto, que sólo en otras como la de Lezama Lima podemos encontrar. Eso es lo que la llena de presencia y le da también fisicidad: ser la cartografía lírico-mental de todo un territorio. Por eso no necesita como ninguno de ellos ninguna adscripción o pertenencia generacional. Por edad, (nació en 1933) Manuel Padorno es un poeta del 50, pero, ¿lo necesita ser? Yo diría que en absoluto porque Manuel Padorno es un poeta en sí. Y eso es lo que importa. He intentado sintetizar mis lecturas de la poesía de Manuel Padorno y, sobre todo, lo que más me interesó y me interesa de él: la unicidad y unidad de una escritura que parece dada de una vez en la tensión de su ágil lenguaje y en la flexibilidad de su adjetivación, pero no menos en sus instancias de discurso, su percepción del tiempo, su sonido del mar y su sentido de la luz. Si tuviera que definirla diría que es una poesía atlántica. Por eso lo dejo allí y donde y como él quería: en esta luz y aquí esta mañana siempre. "Hacia Manuel Padorno", de Jaime Siles. Manuel Padorno (Santa Cruz de Tenerife, 1933-Madrid, 2002). Después de un breve paréntesis en Barcelona, su familia se instaló en Las Palmas, donde él estudió bachillerato y se inició en sus grandes pasiones: la pintura y la poesía. En 1955 se trasladó Madrid, ciudad en la que trabajó como editor y donde vivió hasta mediados de los años ochenta, cuando se trasladó a Punta Brava, en Las Palmas. En ese mismo año apareció su primer libro, Oí crecer las palomas, al que siguieron más de una veintena de títulos de poesía, entre los que destacan A la sombra del mar (1963), Coral Juan García (1977), Una bebida desconocida (1986), El náufrago sale (1989), Desnudo en Punta Brava (1990), Éxtasis (1993) y dos volúmenes: Hacia otra realidad y Canción atlántica. Padorno fue merecedor de galardones como el Premio Canarias de Literatura (1990), el Premio Nacional Pablo Iglesias de Letras y Pensamiento (1993) y el Primer Premio Internacional de Poesía Ciudad de Las Palmas. Fue uno de los principales promotores de la Academia Canaria de la Lengua, de la que fue nombrado vicepresidente en 1999.